Las primeras escuelas se levantaron al lado de las iglesias donde se
impartía la educación popular por vocación y por mandato real, donde la
jerarquía eclesiástica novo hispana tanto regular como secular
organizo un sistema de instrucción en diferentes niveles. Por ello era
la influencia eclesiástica alcanzaba a todos los establecimientos
docentes, en los que se vigilaba la honestidad privada de los maestros y
la exactitud de sus enseñanzas.
La educación elemental en el siglo XVI no equivalía a la alfabetización
y la educación superior no significo el desarrollo de la investigación
científica, sino más bien era una educación
religiosa-filosófica-humanista. La política educativa de la metrópoli
sostuvo durante muchos años la primacía de la cristianización de los
aborígenes sobre cualquier otra consideración a la cual también se
incorporo como objetivo adicional la castellanización.
Para el caso en particular de los criollos se interesaban por los
estudios superiores como medio de afianzar su posición privilegiada y
como instrumento para lograr ascensos sociales. Es por ello que la
enseñanza elemental y media impartidas en escuelas primarias y en
colegios de la compañía de Jesús tuvieron caracteres propios que
contribuyeron a acentuar las diferencias entre el medio rural y el
urbano, entre la población criolla y la de color.
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